23.2.05

COMUNICACIÓN INTERNA I

1 - Definición de comunicación interna
La comunicación interna es aquella que se desarrolla en el interior de una determinada organización, es la comunicación dirigida al cliente interno, es decir, al trabajador.
Es un proceso comunicacional donde se integran los dirigentes de una organización con todos los niveles de empleados de la misma a fin de que se obtenga una buena imagen interna.
La comunicación interna no debe entenderse como un proceso en una sola dirección, sino que debe verse como un camino de ida y vuelta (feed-back), a fin de conocer y satisfacer las necesidades y objetivos de ambas partes (dirección y trabajadores). También funcionará como una llamada de atención ante posibles conflictos, lo que permitirá que éstos se solucionen a tiempo.

2 - Desarrollo del concepto
Históricamente, a partir de los años 50, la empresa descubre la importancia del mercado, del cliente, y desarrolla lo que la escuela de comunicación francesa conoce bajo el nombre de "función publicitaria".
En los sesenta, emerge progresivamente la noción de imagen institucional: los pioneros de las Relaciones Públicas entran en escena e inician la estructuración de la "función relaciones exteriores".
A finales de la década y bajo la influencia directa del mayo del 68 se produce un cambio significativo en las empresas que las conduce a tener en cuenta las nuevas aspiraciones y demandas de sus asalariados: nace la "función comunicación interna".
Pese a todo, sólo es hasta bien entrados los setenta cuando se empiezan a notar los progresos en el campo de la comunicación empresarial. Y ello como reacción a lo que autores como Armand Mattelart han definido bajo el concepto de "empresa asediada".
En este sentido en el número del mes de enero de 1979 de la prestigiosa revista norteamericana Business Week podía leerse: "La empresa está sitiada por el movimiento consumerista, por
ecologistas, por defensores de la liberación de la mujer, por el movimiento pro derechos civiles y un sinfín de grupos activistas. Sus demandas se han traducido progresivamente en una oleada sin precedentes de intervenciones del Gobierno Federal y de los Estados en los negocios de la empresa. Incluso sin la interferencia del gobierno, los activistas están obligando a las empresas a cambiar de política. Esto puede suponer desde una suspensión de préstamos a África del Sur, hasta la reducción de ventas de leche en polvo en los países en vías de desarrollo. Añadan a esto el aumento de la competitividad, el creciente temor a ser comprados por "tiburones" ("outsiders", en el original) y los nuevos retos lanzados por los empleados, y podrán hacerse una idea de lo que está ocurriendo".
Como consecuencia de todo ello la empresa inicia la réplica convirtiéndose tanto en animal político como en máquina económica. "El resultado - explicaba el presidente de Hill & Knowlton - es que la empresa ha tomado conciencia de la necesidad de acudir a la comunicación, en todas sus formas, como medio para alcanzar sus objetivos".
La empresa ya no puede centrar su proceso de toma de decisiones únicamente en el dato económico-administrativo, sino que debe incluir en el mismo el llamado "dato social", es decir, aquel que emana del entorno y que puede ser tan decisivo para su futuro como la ley más rígida e inflexible.
Es en este momento cuando nace la toma de conciencia de que el personal es el primer embajador de la imagen de la empresa, es decir, de su percepción pública.

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